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lunes, 28 de marzo de 2011

Pequeñas Consideraciones: Aventuras de un cachaco en Barranquilla Parte II “La muerte de “Shakira””.

Aún no consigo salir de mi asombro. Esa noche fue particularmente más calurosa que otras anteriores. El firmamento era adornado con el astro que pernocta junto a las estrellas, salpicando el manto oscuro que las sostenía.

Las nubes surcaban el cielo como argonautas celestes, luciendo todas sus galas y piruetas hidrogenadas a toda velocidad, rompiendo las barreras de los nudos, las millas, los kilómetros y cualquier otra barrera que hubiese inventado el hombre con el propósito de medir y controlar nuestro asombro.

El aire se había enrarecido, casi que –si pudiese decirse de algún modo- auguraba un acontecimiento sin precedentes.
Confieso, estimado lector, que esa noche fue una vigilia completa. Hora tras hora me despertaba desorientado entre el letargo, la fatiga, el terror y la adrenalina. Fui poseído por una fiebre intermitente de espasmos y sudores irritantes, disminuido casi en mi totalidad a la resignación solitaria de mi alcoba.

En mis alucinaciones, parte de mi conciencia contaba las horas para sentir en mi piel los primeros rayos del alba, quizá con la esperanza de que con estos, se espantaran todas mis inquietantes lucubraciones.
Recordé las formulas típicas para conciliar el sueño: La cuenta de ovejas, de burros, camellos y leopardos; Concentrarse en una sola idea hasta que por arte de magia se consumiera en la negrura de mis párpados cerrados; Agitar la respiración, pensar en el mar, en el cielo, en todos los elementos.

Luego vinieron las fórmulas menos convencionales, esas que uno aprende leyendo libros. Intenté fallidamente construir anagramas, organizar las ovejas clasificándolas por colores, recordar los elementos de la tabla periódica, explicarme porque no todo número impar es primo, como eran llamados aquellos números que solo eran divisibles por sí mismos y por la unidad, o recitar de memoria la tabla del 9 (una que nunca me aprendí… pero bueno… ahora usamos calculadoras y no ábacos).

Sobra decir que nada de eso funcionó para resquebrajar mi noctambulismo, pero fue definitivamente útil para perder el tiempo hasta las primeras saetas solares que atravesaron el horizonte. Con las horas, los minutos y los segundos llegaron las tareas cotidianas, el sol de medio día y las diligencias desarrolladas capeando la somnolencia.
Nunca advertí los funestos hechos de ese día y por mi cabeza jamás se cruzo que al caer la noche del mismo, estuviese discutiendo con mis camaradas la manera de deshacernos del cadáver.

Claro, para mí ya era demasiado raro el incremento súbito de las moscas que merodeaban la cocina y el patio de la casa. Debo decir que, contrario a lo que pudiera pensarse, fui el último en percatarme del olor intenso y nauseabundo que comenzó a impregnar cada intersticio de nuestra morada. De repente, el alboroto no se hizo esperar y la efervescencia y la sorpresa se hicieron evidentes entre los residentes y los inquilinos con algunos ”madrazos”, algunos ademanes que expresaban impotencia, algo de tristeza pero al mismo tiempo nerviosismo.

Era lógico, si no hacíamos algo de inmediato con el cuerpo de la muchacha, el olor alertaría a los vecinos y estos a su vez, a las autoridades competentes.
Así es, en el aprieto y la urgencia de las circunstancias, debíamos tomar una decisión. Nuestros ojos y su movimiento errático frente a la duda era lo único que hacía que el silencio fuera más profundo y duradero. Lo primero fue cubrir nuestros rostros y pasar bajo nuestras narices ungüento mentolado. En seguida, mis dos camaradas y yo nos dispusimos a remover el cadáver que había quedado atrapado en el techo.

La imagen era por mucho, más que surrealista. Junto a la alberca, contiguo al techo se había empotrado en otro tiempo un sillón viejo de cabeza, quizá –y lamentablemente debo decir- no con el propósito artístico de ver desde allí la vida de otra forma u otra perspectiva, más bien con el objetivo inmediatista de acomodar como fueran las cosas inservibles de la casa para, como siempre, desvanecerlo en un momento más conveniente.
Si a ello agregamos el cadáver de la fémina, todo era mucho más parecido a un cuento de Edgar Allan Poe, en carne viva, sintiendo todas sus descripciones en cada una de mis fibras.
Mi comportamiento estaba entre el colapso nervioso, el asco, la duda frente al futuro ahora que “cargábamos un muerto” y el código del silencio que debía guardar celosamente ya que me había involucrado tan profundamente en el asunto.

-Rodrigo- prorrumpió uno de mis compañeros, -Vamos a pedirle la pala al vecino y la enterramos en el Jardín-
-¿En el Jardín?- Intervino el otro –Es mejor que la saquemos con todo y sillón y la arrojemos en algún Baldío lejos de aquí.
-Me da lo mismo- dije. –Pero sepan que, ya que estoy ahora tan adentro como ustedes, reclamo la hechura de la fosa…No deseo que quede evidencia de este asunto.

Nunca me imaginé que pronunciaría tan fríamente esas palabras. Me enfrentaba a un dilema ético pero al mismo tiempo me preocupaba por mi seguridad y, si ello incluía la de mis camaradas, debía cerciorarme al menos, de no dejar pistas que nos relacionaran con el hecho.
Fuimos a la casa del lado, pedimos la pala, tomamos el sillón que previamente había sido cubierto con algo de cal para disimular el aroma a mortecino, y lo cargamos pesadamente entre los tres para dejarlo cerca del Jardín, lugar en el que nos desharíamos del cuerpo.

Bastante había tenido yo hasta el momento. Es decir, ¿Quién no consideraría suficiente el hecho de guardar silencio en aquellas extrañas e imprevistas circunstancias? ¿Quién se sentiría cómodo con un cerebro que se desmorona a la velocidad de la luz entre pensamientos abrasivos e intermitentes que pasan frente a los ojos como diluyéndose e hirviendo entre las sienes?
Bien lo decía un hombre sabio al referirse a eventos que se desarrollan en cadena uno tras de otro: “Todo puede ser peor”. Y debo decir al respecto, estimado lector y estimada lectora, que en efecto todo puede ser peor. Jamás creí que fuera a sentir más asombro al ver directamente el cadáver de la difunta… ¡Era Shakira! Sí, no podía estar equivocado, el mismo rostro, la misma configuración física, el color de su pelo… Todo respondía a la imagen que me había hecho desde hace unos días en los que precisamente, supe de ella aquí en Barranquilla.

-¡No puede ser!- exclamé en un dialogo casi que extraído textualmente por otra estrella de la canción peruana, me refiero al “delfín sin fín”.
-Sí Rodrigo, Es Shakira- dijo uno de mis compañeros. –Cava un poco más profundo y evita las raíces de los árboles…No quiero estar toda la noche aquí.
Me molestó. No solo tenía que guardar silencio y hacerme cómplice de un acto realizado casi que a hurtadillas, además me estaban dando órdenes… Es decir, por supuesto que no hay un protocolo de modales y menos para estos casos, pero sin duda y dadas las circunstancias al menos merecía un poco de respeto.

-¿Sabes algo?- Le pregunté en tono sarcástico –Deberias callarte… Estas ahí paradote sin hacer nada en absoluto.
-Que vá – Respondió con su acento costeño –Tú fuiste el que se ofreció a “paliá”-
-Con más razón- contesté –me ofrecí de buena gana, por lo que en mi opinión, deberías callarte también de buena gana y al menos iluminar el lugar en el que me encuentro cavando.- culminé con el mismo tono de voz con el que había dado inicio a nuestra plática.
No comprendo en qué momento comenzamos a conversar tan amigable y despreocupadamente junto al cadáver de shakira.

Arrojamos el cuerpo en la fosa y, con cada palada de tierra/arena que daba para cubrir los restos de la ahora finada shakira, sentía que algo en mí se llenaba de júbilo.

-Es una pena que no tenga uno de sus discos- pensé en voz alta
-¿De shakira?- Contestó mi compañero enterrador.
-Efectivamente- respondí –Es decir, ya que estamos en esto debimos aprovechar la oportunidad de colocar sus discos allí…junto a los de Alberto Plaza y los “románticos” melosos de la emisora “Bésame” y quemarlos antes de enterrar sus cenizas y derramar sal sobre la tierra que recibió los despojos de tan nauseabundas muestras de afecto.
-Rodrigo- interrumpió mi monólogo –Es solo la Gata de la casa.
-Lo sé- contesté con un gesto lleno de desaliento y tras un suspiro repuse:
-Pero fue Lindo mientras duró la fantasía… ahora debemos preocuparnos por los ratones. ¿Buena excusa para deshacerse del sillón no?
-“Hombe” pues sí… ven pa’ ca y yo termino de cubrir eso- Dijo.
-Dele Pues hermano.

Una vez terminada la tarea nos lavamos las manos y vimos una película.
El sillón aún reposa en la esquina esperando que algún desposeído se lo lleve… Pero francamente, ningún vagabundo desprecia tanto su nariz como para sacrificar por ello la comodidad de sus posaderas.

Ahora duermo plácidamente buscando más historias y más aventuras exageradas que contar y solo sé que aún no me aprendo la tabla del 9.
¡Buenas noches!

jueves, 17 de marzo de 2011

Energía Nuclear

Bueno, casi nunca toco estos temas de corte ambiental en mi blog.
De hecho, debo decir que no suelo mezclarme en asuntos que terminen por absurdas ramificaciones.

No obstante, admito que soy un apasionado ecologista que alguna vez quiso salvar ballenas con green-pace. Admito tener un profundo interés en las noticias del calentamiento global, que soy acucioso en el uso razonable de combustibles y que apoyo 100% el uso de energías de tipo alternativo.

Hoy, leyendo una columna en "el tiempo"(http://www.eltiempo.com/mundo/asia/japon-amenaza-nuclear-amenaza-climatica_9028780-4), reviví esas pasiones que hierven en mi estómago cuando de mi casa -nuestra casa- y su bienestar se trata.

El autor de esta columna se queda corto al defender la energía nuclear como "...la única opción segura a largo plazo de reemplazar los combustibles que emiten carbono".

Esta entrada manifiesta un profundo rechazo a esta afirmación y por supuesto a cualquiera que se le parezca.

No solo dicha afirmación esta sesgada por un fanatismo y una devoción casi religiosa en este tipo de energías, sino también, aísla toda otra posibilidad de pensar en alternativas que desde hace tiempo se han ido agregando a la gran gama de opciones para usar fuentes de energía limpia.

No me malinterpreten, con esto no quiero decir que la persona que escribio dicha columna está un 100% equivocada. Es más, apoyo el uso de energía en cualquiera de sus presentaciones sin que esta contribuya al envenenamiento de nuestros recursos que, al final, vienen siendo nuestro patrimonio actual.

No apelare por sentimentalismos que se basan en supuestos, es decir: "Es el futuro de nuestros decendientes".... bla bla bla.
La verdad es que ese futuro no ha llegado aún y todos pensando en el "futuro" han hecho y deshecho a su antojo pasando sobre quien tenga que pasarse para lograr objetivos marcadamente egoistas e inmediatistas.
Lo que sucede ahora es que nos morimos lentamente y manifestamos una actitud similar a la de las señoras que adoran el dulce y, recién diagnosticadas de diabetes dicen: "Ay no, pues que me muera, pero yo el dulce no lo dejo". Sí, hay personas que se manifiestan así, actuan así y por supuesto, se mueren haciendo lo que les plazca.

No temo ser categórico al decir que hemos abusado de nuestro hogar. Y pretender que los mismos irresponsables (todos nosotros) usen de manera responsable un recurso del que apenas tenemos conocimiento, resulta tan tonto y obtuso como pedirle a un maníaco-depresivo que sostenga un revolver cargado porque ha demostrado que puede contenerse en el uso auto-destructivo de dicha herramienta bélica.

Digo esto por que siempre escucho y leo lo mismo: "Debemos aprender a ser responsables con los recursos..." pero ¿Acaso no nos cansamos de esas palabras que siempre nos dejan como los reactores de Japón, en ascuas?

El ser humano nunca ha demostrado la capacidad de ser responsable por su avidez.
Ese es uno de sus principales problemas.
Cuando se diseñaron los primeros motores de combustión, los que desarrollaban cosas como la gasolina y el kerosene saltaban de dicha por que el negocio resultaria redondo. Sí, el negocio.
No era que el ser humano no tuviera la capacidad de desarrollar un motor impulsado por hidrogeno o por aire comprimido. De hecho, a la par de las patentes de los motores de ignición y combustión por combustible fósil, las patentes de los motores "limpios" salían, pero no por ello eran aceptados con el mismo entusiasmo. ¿Por qué? Porque el aire y el hidrógeno se consiguen en todas partes. No tendríamos que pagar por el combustible, sería gratis.

Esta es una de las razones por las que los grandes gremios no invierten en energías límpias y no están dispuestos a ceder ni un milímetro en los tratados ambientales que se llevaron a cabo hace poco. Una reunión tan importante como la que se llevó a cabo en Dinamarca, buscaba reducir las emisiones de gas carbonico en un 20% y solo se accedió a que se disminuyeran un 8%.

Ambas pretenciones igual de ridículas. La respuesta consiste en un cambio de actitud general y comenzar a usar de inmedato fuentes diversas de energía que se apoyen unas a otras, por ejemplo: La energía eólica, la energía solar, La energía nuclear generada por fisión, La energía generada por fusión, Los bio-combustibles, los combustibles fósiles. Todo se puede usar con el propósito de cuidar nuestro hogar.

Sin embargo solo creemos que hay una sola forma de vivir a nuestras anchas en este hermoso planeta que nos ha obsequiado el creador: Usar y Botar. En ese orden de ideas "Con la misma vara que mides (medimos) serás (seremos) Medido(s)"

Esperemos que la situación se controle. Si las autoridades competentes no lo logran, solo nos queda adaptarnos y esperar a que un día (que sin duda alguna llegará) la tierra cláme a su hacedor por todo lo que sus inquilinos hemos hecho con ella.

Tinto y Destrucción compadres!

miércoles, 9 de marzo de 2011

Pequeñas Consideraciones: Aventuras de Un "cachaco" en Barranquilla. Parte I

Debo decir querido amigo, que la historia que leerá a continuación está cargada de efluvios fantásticos y criaturas casi mitológicas (y digo casi porque, con respecto a esta jornada, las cualidades míticas de las criaturas que protagonizaron los eventos aquí descritos han sido otorgadas por aquellos quienes han sufrido estos predicamentos)

Me encontraba en mi alcoba, disfrutando de los etéreos vapores oceánicos e inmerso en un sopor agradable a los huesos. Si el clima estaba en mi contra, yo apenas me daba cuenta pues mi mundo se había reducido a la lectura y al estudio de distintos menesteres por aquellos instantes.

La casera descansaba sobre el sofá y repasaba su aguja sobre los pantalones que le habían encomendado coser con diligencia. Bajo el sol abrazador de un medio día implacable en su calurosa efervescencia, su cuerpo comenzó a beber los seductores jugos del sueño y sus ojos comenzaron a deleitarse en el empalagoso néctar del cansancio.

De repente, entre sus copiosos cabeceos luchando contra el abandono de sus fuerzas, algo hizo que estallara en un grito de descomunales proporciones.

La bestia se paseaba a paso firme y seguro, pero más bien de forma pesada y arrogante, emanando desde dentro de sí un aura fría como su sangre de saurópsido. En sus ojos se veía un apetito voraz y una disposición siniestra y casi diabólica a comer lo que primero se atravesara en su camino.
En su espalda se levantaban largas extensiones con forma de púas y sus escamas verdosas con visos negruzcos y lustrosos completaban un cuadro terrorífico para la desdichada alma que cosía entre sueños robados a medio día.

Se ha movido como un gato y ha comenzado a gritar desesperada, inundada por el pánico de ver a una bestia de proporciones apocalípticas que se deslizaba ante sus ojos aterrados por la cornisa de la ventana principal de la sala.

Sus gritos de espanto me sacaron de mis meditaciones y no tuve más remedio que levantarme de un salto para ir al rescate de aquella pobre alma necesitada de auxilio.
Salí dispuesto a encontrarme con algo de aspecto fulminantemente aterrador y dispuesto a ofrecer fiera batalla en mi contra.

Mi ritmo cardíaco se aceleró, mis pupilas se dilataron y uno a uno, mis reflejos y mi posición fueron adoptando más bien la postura del combate, esa que uno adopta con el recelo típico del que lucha contra un enemigo desconocido.

Se que el animal me aguardaba. Su mirada se encontró con la mía tras un movimiento reposado pero al mismo tiempo febril y angustioso.

Permitame decirle, amigo lector, que no tengo por costumbre ser tan osado para aventarme en una acometida bélica sin tener la información precisa de mi oponente, una mirada al menos, que me permita reconocer si acaso debilidades que pueda aprovechar a la hora de un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Pero la ocasión merecía la actitud de valiente desbocado y el instinto de arponero de ballenas en una tierra por la que nunca las vemos a menudo se hacía mucho más que necesario.

Tan pronto pude enfocarlo concreta y correctamente descubrí que varias de mis reflexiones estadísticas están en lo cierto: Las mujeres, sin importar su procedencia, su estatus o condición, siempre verán desmesuradamente un asunto de dimensiones muchísimo más modestas y moderadas respecto a la realidad que las rodea.

Me he encontrado con que el saurópsido, sobre-dimensionado por el temor morboso de la casera no era nada más que una inofensiva Iguana que reptaba apaciblemente bajo la sombra fresca que la cornisa le ofrecía a su cuerpo.

He concluido entonces, y es así como cierro esta pequeña consideración, que Las mujeres ven a "Godzila" y los hombres ven solo una "lagartija"... Conclusión que se hace extensible para todo tipo de animales desde los mamíferos hasta los invertebrados más nauseabundos.

Creo, después de esta curiosa intervención, que podré dormir con la conciencia tranquila del héroe temerario que goza con la satisfacción del deber cumplido y me retiraré al reposo absoluto en mis aposentos para descansar de tan fuerte Jornada, aguardando la oportunidad precisa para seguir revolcándome en la burla descarada y crapulenta de aquellos seres que construyen historias grandiosas de eventos tan simples como un florero roto en una esquina.

Buenas Noches.