La pertinencia de los sistemas de cifrado musical
Para establecer
la relación de pertinencia de los códigos o los sistemas de cifrado en la
música con la necesidad de los mismos para el ejecutante, se hace necesario
definir concretamente el significado del vocablo y su contexto de empleo a
priori.
“Cifrado: Véase Cifrar.
Cifrar:
1.
tr. Transcribir en guarismos, letras o símbolos, de acuerdo con una
clave, un mensaje cuyo contenido se quiere ocultar
2.
tr. Valorar
cuantitativamente, en especial pérdidas y ganancias.
4.
Tr. Reducir exclusivamente a una cosa, una
persona o una idea determinadas lo que ordinariamente procede de varias causas. Cifrar la dicha EN la estimación pública. Cifrar la esperanza EN Dios.” (Tomado del diccionario de la real academia de la
lengua española Rae. Vigésimo segunda edición)
Una vez dada la definición, podría concluirse entonces
que el cifrado musical es un sistema de códigos, un sistema de símbolos de
común acuerdo cuyo contenido es claro para todo aquel que se relacione con el
ejercicio de la música y afines.
Cabe destacar empero, que a diferencia del código
oculto, el cifrado musical pretende ser la forma más simple de aproximación con
la fundamentación teórica del intérprete de música, permitiéndole a este aún
desde su misma iniciación, lograr un entendimiento primitivo de parámetros
morfológicos y gramaticales de una pieza musical (cualquiera que esta sea).
Este ensayo considerará, con base en
el texto “SOBRE LOS CIFRADOS MUSICALES,
EN GENERAL; Y SOBRE EL BAJO CIFRADO, EN PARTICULAR.” (Prof. Ortiz Morales, J.M.
CSMMalaga), la importancia y pertinencia de los sistemas de
cifrado musical desde el contexto pedagógico e interpretativo de la música.
Desde
sus inicios, el cifrado a desempeñado un papel fundamental en el ejercicio de
la interpretación musical, siendo este código (en cualquiera de sus
manifestaciones) la forma más eficiente de transmitir ideas breves y concisas
respecto a detalles en la ejecución de las músicas de antaño y aún hoy, su
funcionalidad trasciende los límites impuestos en ocasiones por la misma
academia, ya que en una era en la que las telecomunicaciones ejercen dominancia
en el mundo y su acceso cada vez es menos restringido, cualquier persona
interesada levemente en la práctica de algún instrumento podrá acceder a los
incontables archivos que se encuentran en la red.
Su
evolución y especialización deja entre ver una relación intrínseca con las
necesidades de la era en la que se desarrolla, adaptándose así y quizá buscando
la perfección o universalidad si se prefiere.
Sin embargo, esto supone una serie de cuestionamientos aparentemente
obvios como, siendo un método de aproximación interpretativo relativo ¿Cuál de
los métodos de cifrado expuestos en el texto debería ser el aceptado como
universal?, ¿Es acaso uno más acucioso que el otro?, ¿Cuál es mejor?
Respondiendo la primera cuestión, luego del análisis
del texto que fundamenta este ensayo, resulta interesante encontrar las
bondades y flaquezas de cada uno de estos métodos, siendo algunos escasos en
información a la hora de los detalles o la minucia u otros con pormenores quizá ilegibles para
alguien que siquiera tuviera algún tipo de formación musical. Sin embargo,
ciertos métodos como el bajo dado y bajo cifrado, tienen la ventaja de permitir
a las voces intermedias un juego relativamente libre siempre y cuando hallen
consonancia con la melodía propuesta y de hecho, dan luces sobre el carácter
interpretativo y sus características estilísticas. Bien se ha dicho por los
especialistas “El acorde perfecto se
había desarrollado en fundamento del acontecer armónico”, refiriéndose a la
transición dada por la “tonalidad bimodal” de la que hablaba LaRue. Este hecho
supone una calificación alta en cuanto a eficiencia y concreción de dicho
método para transmitir la información.
No obstante, su desarrollo no quedó estancado ni mucho menos, aunque
vale la pena considerar hasta que punto el desarrollo es desarrollo si no una
camisa de fuerza, y se abrió paso con el concepto de “notas obligadas” que,
imagino permitió más adelante al sistema de cifrado latino desarrollado
principalmente por los franceses, exponer sus postulados.
Justamente, la relevancia del sistema de cifrado
latino radica en su capacidad inclusiva, no solo de los descubrimientos o
aportes dados por generaciones anteriores, sino también por la conveniencia que
su uso supone en la práctica pedagógica de la teoría musical. Dicho sistema de
cifrado incluye un análisis funcional e intervalico que permite al estudiante ser
más consciente de los detalles que cimientan los teoremas armónicos sobre los
que se compone la música formal en occidente y le da un paisaje más amplio y
claro de otros asuntos de importancia como la morfología e incluso la textura
que, a diferencia del bajo dado o el bajo cifrado, no se limita demasiado al
acompañamiento melódico.
Por supuesto debe destacarse que el papel de dicho
paradigma establece, tal vez de forma implícita, que el código resultaría
indescifrable para todo aquel cuya formación sea bastante primitiva o nula, lo
que supone entonces un distanciamiento involuntario quizá del interprete
popular y trastoca la misión principal del cifrado a saber: Transmitir de forma
sencilla y eficiente la información pertinente al ejecutante instrumental.
Dicha misión tiene sus excepciones, ya que no en todos los casos ese es el
propósito de cifrar o codificar la información, como es el cifrado midi, más
cercano al lenguaje de computadora y encajado en un contexto con un enfoque
diferente del que no se hará mención en este escrito.
En marcado contraste aparece el cifrado sajón o denominado
“americano”, cuyas características inclusivas permiten al intérprete acercarse
más a la posibilidad de ejecutar la pieza en cuestión.
Dicho cifrado representa los acordes con letras y no
se explaya en términos precisos respecto a la inversión de los acordes (como sí
lo hace el cifrado intervalico o cifrado latino) y recupera la idea de la
textura de acompañamiento melódico. Surge así el término “standard” para
referirse a la pieza con una línea melódica expuesta sobre un pentagrama y la
indicación de los acordes o la armonía que debe realizarse en los distintos
momentos de la obra. Dicho código permite incluir cotas para las notas extrañas
y da por entendido que la séptima es menor, salvo se indique lo contrario.
¿Cuál de todos estos códigos es el más indicado para
su uso?
Se debe considerar la era que estamos viviendo y las
particularidades de la misma. Cada vez es más frecuente encontrarnos más
ocupados y distraídos por los avances tecnológicos, lo que supone un desafío
para el aprendizaje. La demanda de la industria del entretenimiento y el
encuentro diario con la tecnología exigen que el estudiante de música o el
músico profesionista sea más ágil en su producción y calidad interpretativa. No
por esto se debe pasar por alto la importancia del detalle y el desarrollo de
habilidades cognitivas enmarcadas en la academia. En resumen, el músico o el
estudiante de música hará bien al investigar y profundizar de acuerdo con sus
necesidades, los distintos códigos o cifrados dependiendo de su necesidad y su
contexto, demás está decir que no sería correcto “casarse” con alguna tendencia
sino más bien, mantener una actitud ecléctica y positiva frente a cada
situación que requiera una aproximación diferente.
La pertinencia de los sistemas de cifrado musical
continuará perpetuándose en la medida en que seamos capaces de utilizarlos y
comprenderlos sin subestimar su importancia. También se hace clara la necesidad
de permanecer en la búsqueda de mejores formas de comunicación con el intérprete,
más efectivas, más acuciosas y más inclusivas.
Después de todo, la transformación y la globalización
nos han permitido entender que no existen posiciones absolutas y que la
radicalidad solo permea la excusa para sobreponerse a la misma.
Bibliografía
SOBRE LOS CIFRADOS MUSICALES EN GENERAL; Y SOBRE EL BAJO CIFRADO, EN PARTICULAR.
(Prof. Ortiz Morales, J.M. CSMMalaga),
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